viernes, 25 de noviembre de 2011

Los premios Ig nobel 2011

Debido en gran medida a las fallas de la educación, es difícil imaginarse a un grupo de adolescentes divertidos y entusiasmados en su salón de clases, mientras su maestro les explica (y ellos entienden) cómo se liberan los átomos de hidrógeno en la fase acíclica del ciclo de Krebs. Difícil pero no imposible, sólo hace falta que este maestro hipotético sepa exactamente de qué está hablando y haya comprendido que el buen humor, además de hacernos sentir bien, es una herramienta de aprendizaje invaluable.
Esto lo entendió Marc Abrahams, editor de la revista Annals of Improbable Reseach ("Anales de investigaciones insólitas") y creador de los ya famosos premios Ig Nobel. Los "Ig" están encaminados a "provocar el interés de la sociedad por la ciencia, la medicina y la tecnología mediante la concesión de premios a los trabajos científicos más insólitos e imaginativos, que hacen reír a la gente y después la hacen pensar". La mayoría de las investigaciones premiadas están publicadas en revistas científicas serias, pero también lo es que provoquen la risa.
Los premiados de este año cumplen a la perfección con este objetivo. En esta ocasión siete premios Nobel entregaron los galardones, que consistían en una pequeña tabla periódica en forma de mesa (jugando con el doble significado de la palabra en inglés table, que es a la vez "tabla" y "mesa".)
El Ig Nobel de Biología este año fue para Daryll Gwynne, de la Universidad de Toronto, Canadá y David Rentz de la Universidad James Cook, de Australia, por descubrir que una especie de escarabajo, el Julodimorpha bakervelli, trata, si se le presenta la ocasión, de aparearse con un tipo específico de botella de cerveza australiana. No sirve cualquier marca, tiene que ser Stubbie, que viene en envases color café con puntitos en la base. El macho la encuentra irresistible.
El Ig Nobel de Fisiología fue otorgado a Anna Wilkinson, de la Universidad Lincoln del Reino Unido, Natalie Sebanz, de la Universidad Nijmegen, Holanda, y Ludwig Huber, de la Universidad de Viena, por su investigación, que consistió en mostrar que no hay evidencia de que los bostezos se contagien entre las tortugas de patas rojas Geochelone carbonaria.
El de Química lo obtuvieron Makoto Imai, Naoki Urushihata, Hideki Tanemura, Yukinobu Tajima, Hideaki Goto, Koichiro Mizoguchi and Junichi Murakami, de la Universidad de Shiga, Japón, por determinar con absoluta precisión, la cantidad exacta de rábano picante (wasabi) que se necesita para despertar a una persona en caso de incendios o de alguna otra emergencia. Este hallazgo les permitió patentar en Estados Unidos un dosificador de extractos de wasabi para usarse como despertador de emergencia. El aditamento está pensado para personas sordas.
El premio Ig Nobel de Medicina fue otorgado, también de manera conjunta, a los investigadores europeos Mirjam Tuk, Debra Trampe y Luk Warlop; a los estadounidenses Matthew Lewis, Peter Snyder y Robert Feldman, y a los australianos Robert Pietrzak, David Darby y Paul Maruff por un estudio según el cual tener muchas ganas de orinar afecta la capacidad de tomar decisiones. Concluyen que a veces las decisiones precipitadas que se toman en ese estado son mejores y a veces peores.
¿Se puede predecir el fin del mundo? Parece que no, aunque muchos lo han intentado. El Ig Nobel de Matemáticas de este año fue para algunos de los hombres y mujeres que, con envidiable seguridad, dieron una fecha precisa en que el mundo sería destruido, y fallaron. Con esto demostraron que es necesario ser cuidadoso con los cálculos matemáticos. Dorothy Martin predijo el final del mundo para 1954, Pat Robertson para 1982 y Elizabeth Clare Prophet para 1990; los tres son estadounidenses La coreana Lee Jang Rim lo calculó para el 1992, Credonia Mwerinde de Uganda para 1999, y Harold Camping, también estadounidense, puso el fin del mundo para el 6 de septiembre de 1994, pero como no acertó, repitió sus cálculos y obtuvo una nueva fecha, el 21 de octubre de 2011.
Los franceses Philippe Perrin, Cyril Perrot, Dominique Deviterne y Bruno Ragaru; y el holandés Herman Kingma recibieron el premio de física por el estudio que realizaron para tratar de determinar por qué los lanzadores de disco se marean y los de martillo no.
El Ig Nobel de Psicología lo obtuvo Karl Halvor Teigen, de la Universidad de Oslo, por tratar de entender por qué suspira la gente.
"Soy un firme creyente en comunicar la ciencia a los legos, y estoy convencido de que el humor es una excelente manera de hacerlo", dijo Darryl Gwynne, ganador del premio de biología.

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